El kéfir es una bebida fermentada rica en probióticos, reconocida por sus beneficios para la salud digestiva, el sistema inmune y el equilibrio de la microbiota. Existen dos tipos principales: el kéfir de agua y el kéfir de leche, y aunque ambos se preparan con los mismos cultivos (conocidos como “nódulos” o “granos de kéfir”), sus bases y características son distintas.
Se prepara en agua con azúcar o jugos naturales que sirven de alimento para los nódulos.
Se elabora a partir de leche (de vaca, cabra u oveja).
El verdadero valor del kéfir está en sus microorganismos vivos. Cuando se pasteuriza, estos probióticos se destruyen, y la bebida pierde gran parte de sus beneficios. Por eso, los kéfires artesanales, sin pasteurizar, son los que realmente aportan a la salud intestinal.
Muchos productos industriales en el mercado se presentan como kéfir, pero:
No te dejes llevar solo por la presentación o el precio. Siempre revisa las etiquetas para confirmar:
El kéfir, tanto de agua como de leche, es un tesoro probiótico. Pero para disfrutar sus verdaderos beneficios, debe ser artesanal, vivo y natural, nunca industrializado ni pasteurizado. Tu salud digestiva merece autenticidad, no imitaciones.